jueves, 16 de agosto de 2012

Presentación del caso


Las apuestas y los juegos de azar han tenido un tratamiento escaso en la literatura sociológica,  especialmente a nivel nacional. Este escaso tratamiento, no puede ser justificado por calificar estos fenómenos de “raros” o por asumir que son realizados por pocas personas de la población. Más bien, aparece como comportamientos generalizado y desplegado a través de diversas instituciones y prácticas. Existe un amplio mercado de apuestas, dentro de la legalidad, que incluye las loterías (Loto, Kino, etc), los casinos, las carreras de caballos (diversos hipódromos), las maquinas tragamonedas, deportes (Xperto) y las apuestas online. Según el diario chileno “Estrategia”, la industria de apuestas facturó sobre los US$1.200 millones el año 2010, con proyecciones de alza para el año siguiente. Según el estudio, “el gasto per cápita de los chilenos sólo en juegos de azar (Polla y Lotería) alcanzaría los US$17, tres veces menos que en Estados Unidos, pero superior a Perú. En la hípica, en tanto, el monto de apuestas es el mayor de Sudamérica”[1]. Esta información permite comprobar que nos encontramos frente a un mercado bastante consolidado en Chile, en el que cotidianamente podemos encontrar que participa buena parte de la población, aunque sea de forma esporádica. A pesar de la extensión del mercado de apuestas, existe poca reflexión al respecto en nuestro país. Las ideas que se manejan en el imaginario cotidiano varían según el tipo de apuestas que se realice. Por lo general, las apuestas en lotería de forma regular no se consideran nocivas, en cambio la apuesta regular en casinos o carreras de caballos adquiere, a veces, rasgos de vicio o patología. De esta manera, algunos segmentos de este mercado se relacionan a diversos tipos de consumidor, asumiendo en algunos casos comportamientos nocivos y, en otros casos, inofensivos. Ante este escenario, surge la inquietud por observar más de cerca este mercado de apuestas, intentando generar una reflexión más seria sobre las prácticas del consumidor.



El interés de este trabajo tiene que ver con el mundo de las apuestas en la hípica, específicamente con el caso de las agencias Teletrak. El Teletrak es “una red de locales de Arica a Punta Arenas, especialmente preparadas y adecuadas para la transmisión y venta de apuestas de carreras de caballos de los Hipódromos centrales”[2]La Red Teletrak es administrada por Club Hípico de Santiago y el Hipódromo Chile, pero en ella están asociados el resto de los hipódromos del paísDe alguna forma, el Teletrak es la masificación de las apuestas en el hipódromo, permitiendo a la gente apostar a kilómetros de las carreras concretas. El hecho de que en Chile existan 199 locales de Teletrak, repartidos en todas las regiones del país[3], demuestra su masividad y, de alguna forma, su viabilidad económica. El hecho de que el Teletrak transmita carreras de los varios hipódromos que existen a lo largo de Chile (Antofagasta, Hipódromo Chile, Santiago, Valparaíso y Concepción), permite que casi todos los días de la semana exista la posibilidad de apostar en este rubro. En ese sentido, el Teletrak tiene la posibilidad de generar apuestas con bastante regularidad y, considerando que en los días de carrera hay 19 carreras, el gasto se puede dar de forma intensiva. Existen varios tipos de apuesta que se pueden hacer en un día normal de carreras, que varían su complejidad, asociando a mayor riesgo un mayor premio[4]. La apuesta mínima, para todos los tipos de apuesta es de 200 pesos, una cantidad bastante pequeña, pero que puede ir aumentando con la posibilidad de hacer más de una apuesta por carrera. Esto hace que en un día de apuestas, si se apuesta 200 pesos por carrera el gasto sea de casi 4000 pesos. Sin embargo es bastante poco común hacer sólo una apuesta por carrera, lo que hace que a veces las sumas apostadas en un día normal puedan exceder los 10000 pesos. Del lado de los premios, podemos encontrar que los últimos 10 años los premios repartidos superan los US$ 26 millones al año, llegando el año pasado a entregar una cantidad superior a US$ 30 millones[5]. Como se puede apreciar mirando las cifras, las cantidades que se mueven en el mercado del Teletrak no son nada despreciables. Esto genera el interés por saber la manera en que se producen los intercambios en este rubro y los elementos involucrados en la práctica de apostar.


Para esto, es necesario el acercamiento al espacio físico del Teletrak, lugar en el que se congregan los “clientes” a apostar, espacio en el que se toma la decisión especifica de realizar una (o más) apuesta(s). A modo de reconocimiento previo del terreno, se realizaron dos visitas al Teletrak ubicado en la calle Providencia, a la altura de Manuel Monnt. En base a la observación (participante) y conversaciones informales, es posible hacerse una idea preliminar de lo que ocurre en el Teletrak. El público-apostador es exclusivamente masculino, sólo había una mujer y era la que vendía las apuestas, la mayoría de los asistentes tiene más de 40 años y trabaja por el sector. Por lo general, la gente parece un poco recelosa de exponer su asistencia regular al lugar, reconociendo tácitamente el hábito de apostar como algo que debe permanecer anónimo. En sintonía con esto, los ventanales del Teletrak son polarizados, permitiendo a la gente que apuesta ser “invisible” para quien pase por afuera. Por otra parte, la elección de la apuesta, que podía considerarse algo relativamente simple considerando los tipos de apuesta existentes, aparece como un fenómeno extremadamente complejo en la práctica. El acto de apostar, o la elección que implica, se hace complejo ya que la cantidad de factores que pueden llegar a ser importantes para la elección, son muchos y extremadamente variados. Pueden ir desde elegir por el nombre del caballo (gusto propio), a un análisis detallado de las estadísticas de los caballos, jinetes, criadores y dueños. Pasando también por la lectura de “señas” que hace el jinete mientras pasea el caballo, corazonadas místicas, conocimiento experto o información privilegiada.


En resumen, podemos encontrar en el Teletrak una muestra de los que es el mercado de las apuestas. Un mercado que mueve importantes sumas de dinero casi diariamente y que a pesar de ser un fenómeno bastante generalizado, ha sido poco observado desde el mundo académico. En el caso de la hípica, una de las actividades que motiva más apuestas en Chile, el Teletrak cumple la función de masificar y extender la posibilidad de apostar, fuera de los límites espaciales del hipódromo y lejos del lugar físico de la carrera. Esto genera un nuevo espacio en el cual se llevan a cabo las transacciones entre consumidor y productor, posibilitando nuevas formas de consumo, modificando las relaciones sociales que hacen posible la apuesta. La idea del trabajo es observar que ocurre en el Teletrak, identificando elementos relevantes para la interacción en el mercado de apuestas.



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